sábado, 23 de enero de 2016

DEJAME QUE TE CUENTE ...

Siempre he dedicado las entradas al blog para comentar sobre algún evento o momento vivido, también para contaros lo que pienso sobre cualquier cosa que me ha parecido. Un pensamiento, un acto, un mes, una película... Pero siempre algo muy real.

Esta vez dejadme que os cuente algo que quizás no haya pasado. Vi una imagen y yo le he puesto el texto. El tema es el siguiente:

Hace unos días, vi esta escena en ... no importa donde. Dos aparentemente desconocidos habían quedado en hall de un hotel para conocerse. Era una especie de cita a ciegas, aunque me dio la sensación de que se conocían desde hace tiempo, quizás en otra vida. Cruzaron sus miradas a lo lejos y se acercaron mientras no podían ocultar una sonrisa en su cara. Los segundos que tardaron en juntarse se observaron, como intentando reconocerse.

Un abrazo infinito y un par de besos, una nueva mirada y prácticamente sin decir palabra se encaminaron a una mesa allí al lado.


Fueron unos minutos, pocas palabras, muchas miradas. Aunque ya no eran unos niños, se sentían como intimidados, incapaces de fijar sus ojos en los del otro. Me dio la sensación de que tenían mucho de que hablar y poco tiempo para hacerlo. Como si estuvieran temerosos de no ser lo que esperaban al verse. Como si se hubieran contado la vida y ahora había que plasmarla en una imagen que tenían frente a ellos.

Está claro, yo lo vi así, que se sentían atraídos el uno del otro, no sólo en un deseo físico, más bien como que sin conocerse se hubieran estado buscando toda la vida, como si tuvieran el temor de no volverse a encontrar.

Pocos minutos después se levantaron y se despidieron. Esta vez si, mirándose a los ojos. Intentando imaginar como podría ser la próxima ver que se vieran. En otra cita furtiva. En una segunda oportunidad.

Prometieron tomar ese café pendiente el próximo día. Se prometieron traer ese día el tiempo, para así poder gastarlo.

El se fue hacia la puerta mientras ella se encaminaba al ascensor, sin querer volver la vista atrás, como si no quisieran tener como última imagen la distancia que ahora les separaba. Les valía la del último abrazo, la del último beso.

Quizás la próxima vez que se vean tengan más tiempo, menos intimidación, más cosas que decirse o menos miedo de mirarse.

O quizás no haya próxima vez.

Aunque la verdad, quizás todo esto no haya pasado y todo lo que yo creí estar viendo fuera sólo producto de mi imaginación.

Quizás. Quién sabe.

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