Después de haber leído tantas y tan variadas opiniones de la
suspensión de la Cabalgata de sus majestades los Reyes Magos por las calles de
nuestra ciudad, no me queda más que verter también la mía.
Opinable, por supuesto. ¿Válida? Como todas.
No sé porqué siempre tenemos que ir a un binomio de color,
blanco o negro. O conmigo o contra mí. Todo se convierte, en un último momento,
en una cuestión política. “”Este gobierno de izquierdas quiere cargarse las
tradiciones””. Es una de las opiniones que he escuchado.
Podemos debatir, si las predicciones de tiempo se
cumplieron. Desde luego eran contradictorias. Canal Sur y Diario Córdoba, por
poner un ejemplo, nos llevaban diciendo los días anteriores que el tiempo
estaría mal por la mañana y que a partir de las 12.00 h. mejoraría. Otros en
cambio, nos mostraban lo contrario. Algunos
que llovería a las 17.00, otros a las 20.00 h. En fin, no era fácil
saber cuándo y cuánto caería.
Podemos, incluso debatir, si las carrozas salieron del
estadio en un momento adecuado. Si
tendrían que haber esperado más para salir.
Pero, lo que no es debatible, es su suspensión a la hora que
se produjo. Una vez en la calle, con las carrozas mojadas y algunas
deterioradas por el agua y viento, los más de 200 niños empapados y unas
instalaciones eléctricas en algunas de las carrozas, no se podía garantizar la
seguridad de los componentes de la comitiva.
El Ayuntamiento de Córdoba en las personas de su Alcaldesa y
la concejala responsable, escucharon a los técnicos y los constructores de
dichas carrozas. Ellos aconsejaron su suspensión argumentando que no podían
garantizar la seguridad de los allí presentes. La instalación eléctrica era
peligrosa y la estructura de las carrozas podían partirse y resquebrajarse produciéndose
algún accidente.
En San Sebastián, momentos después, un camello de porexpan
se partió e hizo caer al Rey. También podía haber pasado aquí. Hace tres años
un accidente en Málaga propició la muerte de un niño. Todos nos pusimos las
manos en la cabeza, insistimos a los responsables en garantizar la seguridad
ante cualquier otro elemento. ¡Esto era lo importante! ¿Cuándo? ¿En aquel
momento?
No nos olvidemos. La seguridad de los que forman parte de la
Cabalgata y de los que están en el recorrido es lo más importante de la noche.
De esta noche y de cualquiera. De cualquier acto. Eso es INNEGOCIABLE. Olvidémonos
de colores y de tendencias políticas. Seamos sensatos. Más vale tener que estar
indignados por una ¿falta de
organización? antes que estar lamentándonos por un desgraciado accidente.
Sólo espero que a todos los que no tienen claro el orden
prioritario de esto último, no se vean en la posición de tener que tomar las
decisiones correctas.
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