sábado, 20 de febrero de 2016

14 DE FEBRERO

Ya terminó el 14 de febrero, día de San Valentín. Ese día que, gracias a algún centro comercial, se  celebra el día de los enamorados.



Yo, que no soy de fechas concretas, de días especiales, de marcas en el calendario, me gusta pasar de puntillas sobre ese día.

Aprovecho para felicitar a mi amigo Valentín y a mi amiga Eva. Cada uno por un motivo. Pero por lo demás, no entiendo esta festividad.

Yo, que me enamoro a cada paso, a cada instante, a cada sonrisa. Yo, que me enamoro cada día, de unos ojos, de unas risas, de unas manos, unas caricias… no tiene mucho sentido.

El Arrebato decía en una canción:

"Tal vez yo nunca he sido un caballero
y el 14 de febrero para mi nunca existió
pero tampoco soy un embustero
y si te digo que te quiero esa es mi única razón"

Creo que no podía ser más acorde a mis pensamientos.

Lástima de aquel/aquella que tenga que esperar a un día determinado para poder demostrar su amor, para poder regalar unas flores, unos bombones. Yo soy más de ir regalando momentos, aquellos que aprovechas cuando llegan. ¿Por qué esperar a que llegue el día señalado para poder mirar a los ojos, mostrar una sonrisa o dejar que tus dedos se enreden en su pelo?

Dejemos de señalar en rojo fechas en el calendario y señalemos minutos a cada hora. No dejes pasar este día, este momento y aprovéchalo. Este que ya ha pasado, no es recuperable.

Yo voy a pensar en el 20 de febrero, el 13 de marzo, el 3 de junio, el 28 de octubre, .... cualquier día es bueno.

¿Nos olvidamos de todo y lo dejamos pasar? ¿Lo vamos a perder?

Yo no. ¿Y tú?

viernes, 5 de febrero de 2016

DEJAME QUE IMAGINE

No se si esto que os voy a contar ha sucedido ya, si está por suceder o puede que no suceda jamás. Quizás lo he soñado, quizás lo he imaginado.



Así que DEJAME QUE LO IMAGINE y os lo cuente tal y como lo veo yo.

Era una de las que ahora llamamos Kedada. Allí había una generación de aquellos que la juventud habían dejado ya abandonada en el camino, rondaban la cuarentena y el paso de los años había dejado mella en su físico, en su cara, en sus ojos.

Claro, como en todos los grupos posibles, no ha todos el roce de tantas primaveras habían dañado sus cuerpos por igual. A algunos sus estampa se diferenciaba poco de la de 25 años atrás, otros por el contrario, parecían desconocidos. La misma cara de niños de unos de ellos contrarrestaban con la imagen cansada y dejada de otros. Así es la vida. No a todos les trata igual.

Habían quedado en un local, había música de fondo, lo suficientemente alta como para que las conversaciones a un metro pasaran desapercibidas. Me dio la sensación que ya venían de tomar unas cervezas, o una comida anterior. Digo esto porque parecía como se habían hecho varios grupos, pequeños grupos que hablaban de sus cosas, o de nada en especial.

Vi en una esquina a un grupo, copas en mano reían y conversaban. Observé a uno de ellos como parecía ajeno a lo que allí decían, fijaba la mirada a unos metros de él donde había otro grupo, también reían y bebían. Este chico no le quitaba la vista de encima a una chica que allí había.

Quedé un rato observando y me di cuenta que ella cruzaba la mirada con él, también parecía no prestar atención a la conversación que allí tenían. Era como un juego entre ellos dos y al que los demás no parecían darse cuenta.

Me dio la impresión como si el juego consistía en saber quién era capaz de permanecer así, a unos metros, mirándose, pero sin hablar entre ellos. De vez en cuando, se les escapaba una sonrisa a uno y otro.

Decidí pedirme otra copa y ver como terminaba la historia.



Algunos minutos después la fiesta fue aumentando, las risas también. Los grupos seguían más o menos como al principio, algunos intercambiaban, iban y venían, pero mis dos protagonistas seguían con su juego, cada uno en su lado, sin dejar de mirarse y sonreírse.

Imaginé la conversación de la chica preguntando a sus acompañantes por él, ellos y ellas le contestaban que siempre había sido algo serio, quizás algo subido, como queriéndole darle a entender, que no merecía la pena cruzarse de grupo. Ella reía a esas respuestas, como si supiera como realmente era y disfrutara al comprobar la imagen que los demás tenían de él, tan diferente a la que ya sabía. Él, en cambio había quedado prácticamente sólo. Cada vez más pendiente de ella y menos de aquellos con los que estaba.

La tensión llegó a un momento en la que no podían aguantar más el juego. Él soltó la copa en la barra y se dirigió hacia ella. Ella lo vio venir y esperó con una sonrisa, sin escuchar una vez más a los que hablaban a su alrededor.



Al llegar al grupo apartó sutilmente a los que allí había, se acercó a ella y le susurró al oído: “dejemos ya este juego, olvídate de estos y vamos a darnos una vuelta donde nos podamos ver y escuchar mejor”.

Ella no le contestó, sonrió, cogió su mano y se encaminaron a la salida.

Los que allí estaban miraron sorprendidos, sin saber que había pasado, cómo ellos dos que no se habían hablado en toda la noche, salían por la puerta. Imaginando que le había dicho al oído.

Los perdí la vista al salir del local. Terminé mi copa y me fui. No he vuelto a saber de ellos.

No sé si la historia duraría para siempre o acabaría esa noche.

Quizás esa historia ni siquiera ha existido.

Pero … DEJADME QUE IMAGINE.