Hay un proverbio chino que dice:
Si caminas solo iras más rápido, si caminas acompañado llegarás más lejos. Me gustan
este tipo de proverbios orientales. Dicen, de manera resumida y concreta lo que
realmente pensamos de muchos aspectos de la vida.
La soledad bien entendida y
elegida es buena, todos deberíamos manejarla en muchos momentos. Cuando uno se
queda sólo consigo mismo no tiene a quién engañar, no tiene que poner ninguna
pose, no tiene que ser otra persona, la que los demás quieran que seas. Uno se
queda con sus pensamientos, puede poner en orden sus ideas, sus proyectos, sus miedos…
Para los que escriben, componen,
pintan, inventan, crean… la soledad es necesaria, imprescindible.
La soledad es buena y necesaria
cuando uno es quién la busca. La peor soledad es verse rodeado de gente y
sentirse solo. Esa sí que es crítica.
Para lo demás, siempre, siempre,
es mejor ir acompañado. No vinimos a este mundo para no tener relaciones con
los que nos rodean. Necesitamos a la familia, amigos, pareja, necesitamos
interactuar con el medio y con las personas de nuestro alrededor. Juntos
llegamos más lejos. En la vida, en nuestro esfuerzo, en nuestro caminar.
Hay muchos vídeos en la red donde
una orquesta comienza una pieza con un solo músico interpretándola acabando
toda la orquesta tocando. Desde un débil instrumento hasta el apoteósico final
de la orquesta. De la individualidad al conjunto.
Siempre hemos oído aquello de:
entre todos podemos lograrlo.
No sé si mis inicios deportivos
en el baloncesto, fueron los que me enseñaron el trabajar en equipo, en el que
la individualidad se pone al servicio del conjunto. En el que, si tienes un
apoyo, llegarás más lejos. Será por lo que me gusta caminar juntos, aunque no
pienso delimitar mis momentos de soledad.